¿Pueden los programas de 12 Pasos funcionar como una secta?

Mara Szalavitz  [Columnista en The Fix. Periodista en temas de salud de la revista Time y co-autor, junto a Bruce Perry, de Born for Love: Why Empathy Is Essential—and Endangered (Morrow, 2010). Ayudó a desvelar la historia de abuso de los adolescentes en centros de rehabilitación en todo el país con su libro Help at Any Cost: How the Troubled-Teen Industry Cons Parents and Hurts Kids (Riverhead, 2006)]

[2. Traducción de Miguel Perlado]

Los Programas de 12 Pasos, con su lenguaje estereotipado, sus reuniones frecuentes y sus maneras religiosas son como las sectas. Así opinan muchos críticos. Pero, en realidad, las tradiciones de AA, NA y otros “anónimos” se encuentran estructuradas de un modo intencional para evitar que sus miembros crucen esa línea. Ahora bien, existen modos de emplear los Pasos para crear una secta destructiva en toda regla.

Las sectas no son grupos religiosos simplemente extraños o peligrosos, de acuerdo con los estudiosos de este tipo de movimientos que han desembocado en resultados desastrosos, como el fue el caso del Templo del Pueblo de Jim Jones, que terminó en un suicidio colectivo, o los Davidianos, que terminaron en un cerco de disparos con agentes federales. Más bien, las sectas son organizaciones cerradas sobre sí mismas que emplean un conjunto definido de procedimientos de persusasión coercitiva.

Éstos suelen incluir el aislamiento de las personas física y emocionalmente, el distanciamiento de amigos y familiares, la ruptura de sus vidas y el control completo de la persona, así como de sus movimientos y su economía. Debido a que estos procedimientos también pueden encontrarse en entornos de rehabilitación y de tratamiento residencial, sin los mecanismos de supervisión adecuados existe siempre el riesgo que deriven en una dinámica de sectarismo.

Sin embargo, los Programas de 12 Pasos no son residenciales, no se aisla físicamente o se pretende alcanzar un control total sobre las vidas, al mismo tiempo el movimiento funciona sin un liderazgo estructurado, por lo que en principio existiría poco riesgo que pudieran llegar a convertirse en un próximo Jonestown, Guyana o Waco.

El desarrollo reiterado de sectas o grupos cuasi sectarios -desde Synanon hasta Straight Inc. actualmente en Washington, DC, Midtown Group- sobre la base de los Doce Pasos no es casual. La razón es el resultado tóxico que se crea cuando las medidas voluntarias de AA se tuercen de tal manera que acaban siendo impuestas por la fuerza, especialmente en lugares donde la gente no puede escapar. Chuck Dederich, el fundador de Synanon, fue el primero en reconocer el poder de esta receta para subyugar a la gente y crear adeptos. De hecho, Synanon fue el modelo para la “comunidad terapéutica” (TC) en los EE.UU., incuyendo organizaciones tan conocidas como Phoenix House o Daytop.

Originalmente aclamado en la década de 1950 como un tratamiento duro basado en la presión de grupo para la adicción a la heroína, en la década de 1970, su actividad vira hacia la acumulación de armas, la obligatoriedad de esterilización y las medidas de intercambio en las parejas, sin contar lo más sonado que vino cuando colocaron una serpiente cascabel en el buzón de correo de un abogado que había comenzado a ganar los casos en contra de Synanon representando a diversos ex miembros de la comunidad que habían sido víctimas de retención ilegal y abuso. Cuando Dederich fue arrestado por delitos de conspiración para cometer asesinato en el incidente de la serpiente de 1980, ya estaba completamente alcoholizado.

Pero el modelo de Synanon ya se había extendido para entonces por todos los Estados Unidos, así como alrededor del mundo. Además de Phoenix House y Daytop, los más conocidos son Delancey Street, House Walden, Gaudenzia, Casa Pasarela, Casa Marathon, Odyssey House, Pueblo Samaritano, Amistad, CEDU, Semilla y Straight Inc.

Después de Synanon, estos programas de CT son o fueron residenciales, por lo general con un internamiento entre 90 días y 18 meses. Originalmente, la idea es romper la identidad de la persona a través de reglas estrictas y la humillación cotidiana y la confrontación, para luego reconstruirla a través de una jerarquía estructurada.

Para ascender a través de los niveles para la graduación o el alta, los participantes tienen que demostrar el cumplimiento de las normas impuestas que implican también atacar emocionalmente a sus compañeros para ayudarles a romperse. En la actualidad, muchas comunidades terapéuticas han abandonado las sesiones de terapia maratoniana de ataque y han tratado de reducir o eliminar por completo el uso de la humillación, aunque continúan conservando sus reglas estrictas y sus sistemas jerárquicos.

Entonces, ¿qué empleo debe hacerse de estas terapias coercitivas y la imposición de los Pasos para transformarlo en una dinámica de sectarismo?[3. N.T.: Citas de los Pasos tomadas del libro “Doce pasos y doce tradiciones”, AA World Services (1992)]

Paso 1 [N.T.: “Admitimos que éramos impotentes, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables”] 

Se comienza con el primer paso. Admitir voluntariamente que no somos capaces es relativamente inofensivo (aunque hay cierta evidencia que esta creencia -como parte del modelo de la enfermedad de la adicción- está relacionada con el empeoramiento en cuanto a recaídas). Por el contrario, el verse obligado a una posición de impotencia absoluta es lo que define una experiencia traumática, lo que puede desembocar en un trastorno por estrés postraumático (TEPT) y otros problemas psicológicos, tales como la depresión. Y traumatizar a las personas es una excelente manera de quebrar su voluntad y convertirlos en obedientes seguidores.

La investigación sobre el TEPT confirma repetidamente que en el núcleo de todo trauma encontramos la sensación de sentirse completamente vulnerable y fuera de control en una situación aterradora, por decirlo en una palabra, impotentes.

Intencionadamente o no, cualquier programa con la capacidad de debilitar a los participantes mediante el bloqueo de su contacto con el mundo exterior y el control de su acceso a la alimentación, el sueño o lo social puede llegar a ser potencialmente peligroso. Esta dinámica-de una relación de poder corrompida explica por qué en las instituciones que van desde orfanatos hasta hospitales o cárceles -donde las personas vulnerables quedan sujetas a un control total por los demás- constantemente salten escándalos de abusos, debido asimismo a una ausencia de adecuada supervisión externa.

Pasos 2 y 3 [N.T.: “Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio […] Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, como nosotros lo concebimos”.

Cuando se imponen coercitivamente estos principios, empeoran las cosas. Una vez más, la renuncia voluntaria a un “poder superior” puede llevar a la curación a muchos, pero hay otros que se ven finalmente obligados a someterse a personas y en donde al final este programa basado en un poder superior no resulta tan benigno. Creyendo que la entrega de su voluntad o su vida al líder es el único camino a la rehabilitación, se expone a una vulnerabilidad abrumadora.

Esto no sólo es peligroso para las víctimas, sino también resulta peligroso para los propios líderes, que acaban convencidos de “saber más” y de la efectividad de su programa con lo que terminan por justificar el empleo de cualquier medio necesario para “ayudar” a las personas. Una vez que éstos alcanzan la convicción que romper a las personas es algo aceptable o que se sienten ecuánimes aunque sean emocionalmente crueles, la naturaleza corruptora de estas dinámicas se intensifica considerablemente. Esta elevación del personal y la deshumanización de los pacientes es algo totalmente contrario a tratar a las personas con dignidad y respeto: la palabra de los “sanadores” es la ley y los necesitados de curación son impotentes.

En centros de rehabilitación, por ejemplo, cuando el personal cree que tiene todas las respuestas o están convencidos que los pacientes “niegan” o “falsifican” o simplemente “mienten”, entonces aparecen riesgos sobre la salud y quejas de los usuarios. Esto puede tener y ha tenido, en decenas de casos, nefastas consecuencias, especialmente entre aquellos que están físicamente internados en estos programas. En algunos casos, puede llevar a que aparezca la locura.

Pasos 4, 5 y 10 [N.T.: “Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos” […] Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos, y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de nuestros defectos […] Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equivocábamos lo admitíamos inmediatamente”].

Ahora, agregue demandas de confesión de los pecados y un inventario moral permanente, con un método adicional para controlar a la gente. La mayoría de las sectas religiosas se centran en la confesión en tanto que conocer “los más oscuros deseos y los secretos más vergonzosos” aumenta el poder de los líderes. No sólo se toleran las confesiones públicas frecuentes en torno a los disidentes y con chantaje emocional, sino que también pueden formar a los propios participantes en centrarse de modo implacable sobre sus propios defectos o los de los demás, de modo que disminuya la capacidad para aguantar la crítica o la resistencia ante el propio grupo.

Pasos 6 y 7 [N.T.: “Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios nos liberase de nuestros defectos […] Humildemente le pedimos que nos liberase de nuestros defectos”].

A estos principios se puede añadir un elemento aún más venenoso: cuando se impone por la fuerza, la humildad se convierte en humillación y los defectos de carácter se convierten en puntos débiles a los que atacar. La humillación pública y el romper las barreras emocionales puede llegar a resultar traumático. Cuando se emplean explícitamente para romper a alguien, esos intentos de “eliminar” las “deficiencias” de él o ella, los hace aún más vulnerables a la influencia de los líderes.

Paso 11 [N.T.: “Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios, como nosotros lo concebimos, pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla”].

Si bien pueden parecer totalmente inofensivas, lamentablemente la oración y la meditación pueden contribuir a este tipo de coacción: por un lado, la meditación forzada puede agravar enfermedades como la depresión. Mientras que la meditación es la liberación voluntaria, el aislamiento coercitivo en silencio impuesto conduce literalmente a la gente a la locura. La repetición de la oración también se puede utilizar para crear estados de trance.

Paso 12 [N.T.: “Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar el mensaje a los alcohólicos y de practicar estos principios en todos nuestros asuntos”].

El remate del proceso es la exigencia de “llevar el mensaje” a los demás. La investigación de la psicología social muestra que tratar de convertir a otras personas a su perspectiva rara vez tiene éxito en atraer seguidores, pero es increíblemente más efectivo tratar de convencer a la persona que su causa es la correcta. Incluso cuando las personas puedan sostener un punto de vista con el que no están de acuerdo, los estudios demuestran que con la repetición frecuente llegan a creer lo que están diciendo.

Hay un ingrediente adicional que hace este guiso aún más tóxico. Es una verdad incómoda la alta incidencia del trastorno antisocial de la personalidad (TAP) y psicopatía directa en los cuadros adictivos. Estas personas disfrutan de ejercer el poder sobre los demás y aprenden rápidamente a utilizar la jerarquía y los ataques emocionales en su beneficio. Al que asciende a la cima con su carisma y llega a conviertirse en líder, se le asigna a nuevas oficinas del programa o termina abriendo programas peligrosos en sí mismos.

Este problema se observó en una granja para toxicómanos en Lexington, Kentucky, el primer intento federal para proporcionar tratamiento de la adicción. Cuando se puso en marcha uno de sus programas de Synanon en la década de 1970, los propios reclusos “al cargo del centro” que se hicieron miembros del personal se desbocaron en sus abusos de poder, incluyendo el abuso sexual, de modo que la administración tuvo que llamar al FBI y el programa fue abandonado.

Desafortunadamente, este patrón destructivo se ha repetido con frecuencia. La Elan School, fue notoria por su violencia al hacer que, por ejemplo, los adolescentes residentes que estaban en desacuerdo con los líderes pasaran a un ring de boxeo simulado con los opositores hasta que se rendían por completo. Esta escuela fue a su vez fundada por un graduado de Daytop en sus momentos iniciales de máxima confrontación.

Elan School estuvo en funcionamiento desde 1970 hasta 2011 y, de modo sectario, crearon verdaderos creyentes que atacaban sin cesar a los críticos y trataban de ocultar prácticas peligrosas en lugar de mejorarlas, cosa que hubiera hecho un centro de salud legítimo.

Con sede en Florida, Straight Inc. funcionó desde 1976 a 1993, obligando a los jóvenes a restregarse los unos contra los otros por los suelos, sin descanso para ir al lavabo pese a estar sucios, mojados o como fuere, amordanzándolos con Kotex y practicado la humillación intensa. La cadena de rehabilitación ignoraba repetidamente los intentos de reformar sus prácticas y lo trató de ocultar a las autoridades. Afirmaban que habían “tratado” a unos 50.000 adolescentes y también dejó atrás muchos seguidores que son tan fervientes creyentes de la bondad del programa que han llegado a rompe con sus familias por no estar en sintonía con el programa.

Straight puso en marcha también Nueva Jersey KIDS, fundada en 1984 por su director clínico nacional, Virgil Miller Newton. Y también terminó siendo brutal. Cuando los niños finalmente perdieron su financiamiento de Medicaid en 1998, el personal pasó a la clandestinidad y continuó en secreto el “tratamiento” (incluyendo golpes, restricciones, privación de sueño y alimentos), esta vez sin licencia hasta por lo menos el pasado 2001. Después que su líder se viera a sí mismo como por encima de la ley, se reunieron ya todos los criterios necesarios para definir al movimiento como una secta.

El evidenciar que los patrones de los 12 Pasos pueden aparecer en este tipo de comunidades terapéuticas sectarias que terminan dañando gravemente a sus participantes, en ningún modo significa que los Programas de 12 Pasos o que los centros que pudieran basarse en ellos, sean en si mismos sectarios. Pero la evidencia muestra que los Pasos proporcionan una guía para las personas poco éticas que quieren controlar a los demás a través de tácticas coercitivas.

Obligar al cumplimiento de estos principios espirituales que fueron diseñados para un programa en el que se participa voluntariamente, lleva siempre a que el grupo termine funcionando como una secta. La investigación demuestra que dicha coerción puede ser contraproducente, por el empeoramiento de la adicción misma, y que métodos más suaves y basados en el respeto son más efectivos.

Si alguien decide escalar el Monte Everest y se enfrenta a temperaturas frías, dificultades para dormir, limitaciones de alimentos, el aislamiento y niveles de esfuerzo dolorosos en condiciones de bajo oxígeno, este desafío -aunque peligroso-puede ser una ocasión para el crecimiento personal. Obligar a alguien a soportar esa situación, por el contrario, no sólo es una forma de tortura, sino que además incrementa las posibilidades de producir un trauma tanto como de llegar a una iluminación.

Que algunas personas encuentren sentido a triunfar sobre un gran sufrimiento no significa que el causar dolor en si mismo sea terapéutico o aceptable. El campo de la adicción necesita un poco de humildad. Se debe reconocer que las acciones voluntarias o las forzadas, tienen una psicología totalmente diferente. Incluso la fisiología de estar fuera de control es diferente a la de estar en la cima: los estudios demuestran que en el mismo grado y tipo de estrés, se puede dañar el sistema inmune o no tener ningún efecto en absoluto, dependiendo de si usted siente que controla.

AIIAP